viernes, 11 de septiembre de 2009

MÁQUINAS QUE DARÁN VIDA A LA DEMOCRACIA








Eran las 22 horas del jueves 10, cuando de pronto aparecieron por el fondo de la calle 24 de Maio, enmarcados por la arquitectura barroca del Teatro Municipal de Sao Paulo, dos automóviles negros, con sus luces de alerta encendidas, anunciando que algo estaba por llegar.

Entre esos vehículos de seguridad, venía, impávido, un camión grande, herméticamente cerrado y con autoridad, como abriéndose paso imaginario en una vía que, a esa hora, estaba completamente vacía.

Dentro de sus imponentes estructuras venía lo que desde el final del mes 8 estábamos esperando:

Las maletas negras que, cargando un aire de misterio, traen en su interior, unas máquinas construidas con lo más moderno de la informática actual.

Máquinas que, a pesar de su natural frialdad y silencio, están destinadas a recuperar vida.

Y dar vida y sustento a la joven democracia boliviana.

Y, lo mejor, máquinas que entrarán a la historia junto con miles de mortales bolivianas y bolivianos que viven en la ciudad más importante de este país emergente llamado Brasil.

Manipuladas por personas especialmente entrenadas para convivir con ellas hasta el próximo 15 de octubre, esas esperadas máquinas serán cómplices de mucha gente que, por primera vez en su vida, tendrá la oportunidad de ejercer su ciudadanía.

Sin ellas, el proceso de Empadronamiento Electoral Biométrico en Sao Paulo sería imposible.

Con ellas, muchos compatriotas podrán sentirse, ahora sí, bolivianos y bolivianas.

De las entrañas de esas máquinas saldrá un simple papelito, pero con un significado enorme para un País llamado Bolivia y para sus hijos que se fueron, pero que continúan siendo llamados de bolivianas y bolivianos.

Ese papelito, permitirá que finalmente, en el exterior del país también se pueda decir: yo voto por éste o ésta ciudadana, para que sea el próximo(a) presidente(a) y el próximo(a) vicepresidente(a) de mi país.

Las máquinas ya están en Sao Paulo.

Una hora después, los guardias de negro abrazando sus imponentes armas y los motoristas y ayudantes sacándose sus fuertes guantes, se despiden, sin imaginarse que su labor realizada a lo largo de los 35 kilómetros que separan el Aeropuerto de Cumbica, en Guarulhos, de las oficinas de la representación de la CNE, ha contribuido significativamente para la democracia boliviana.

La rua 24 de Maio retorna a su soledad habitual de la noche.

Mientras tanto, en el piso 13, precisamente en el conjunto 13-A, notarios, notarias y sus auxiliares; Inspectores, administradora y educadora, amagan junto al Representante, una especie de fiesta cívica y democrática, conscientes de que la labor recién comienza.

Finalmente, ellas, las máquinas, como queriendo silencio después de tanto ajetreo, descansan aprovechando el lugarcito especialmente preparado para ellas, bien cubiertas por su simpático blindaje negro.

¡Bienvenidas!